Así Habla Maitreya 

Desde el cielo de Tushita sobre la noche de Shangrila, bajó Maitreya a la Tierra del Oeste, sobre la  que reinó alguna vez Amitabha. Ya no  estaba Asanga, ni el Maestro Lao entre los cerezos, sólo existía un grupo de rocas sobre las que hacían sonar sus voces las gaviotas. Había perfume de mar con esencia de iodo. La playa se  sumergía en la noche, al ritmo de los tambores y el bailoteo de las luces de las velas dedicadas a la diosa Imanya; esas candelas, a la distancia, jugaban a disfrazarse de luciérnagas entre las dunas. Su paso tenía aire de Río de Janeiro, pero estaba en todas partes, pertenecía al presente de varios mundos y a la sombra del grupo en el que se escondía Vayusattva, quien al verlo le preguntó:
 
- Vayusattva: Maitreya, he aquí al rabino que nos ha enseñado que por la ley de Moisés es justo divorciarse y volverse a casar. He ahí al Padre (sacerdote) que nos ha  enseñado que no es lícito tomar nueva mujer y divorciarse, según la ley de Cristo. He aquí al imán que nos ha educado a favor de que cada hombre por la ley de Mohamed (Mahoma) puede poseer cuatro esposas y he allí, también, al swami que nos ha enseñado que por la ley de Shankara debe uno mantenerse casto. Dinos tú a quién debemos seguir ¿a Moisés, Cristo, Mahoma o Shankara?
- Maitreya: Dios es amor, así se os ha hablado. Y ciertamente es así. Cuando el amor está con vosotros, seguidlo, y cuando se ha ido no finjas inventarlo porque el sufrimiento llenará vuestros días. Cuando el amor se ha ido, Dios está mirando hacia otro horizonte. Cuando améis a una mujer haced como dijo Cristo, cuando ya no la améis haced como enseñó Moisés. Cuando améis a más de una, obrad como os educó Mohamed y cuando no améis a ninguna llevad la vida de Shankara. Vuestros sentimientos son el mejor maestro que encontraréis a lo largo de la vida. Pero recordad que el espíritu nunca podrá estar preso por la mente. Vuestros sentimientos son hijos de la tierra, los rayos del espíritu, y vuestra razón y obligaciones los de vuestra mente. Cuantas veces hagáis reglas en el amor, igual de veces las violaréis. Las reglas son hijas caprichosas de la mente y no de vuestro espíritu (corazones o anahata chakra).
- Imanya olvidó el agua marina; mirándolo a los ojos le preguntó al oído: ¿Cuál es la ley de Dios, la escrita en las enseñanzas de los ancestros yorubas, la de la Torá , la de la Biblia , la del Corán o la de los Vedas ? ¿Cuál de todos estos libros es el más sagrado?
- Maitreya: La verdadera leyes  vuestra propia naturaleza, contra la que no podéis luchar sin ser derrotados. No hagáis a los demás lo que no quisierais para vosotros mismos; he ahí una frase para repetirla mil veces en un solo libro santo. Pero las palabras no son las cosas, ni son más santas unas que otras. Podéis escribir millones de libros y gritar a todo el universo que esa es la palabra de Dios, y sólo se la estaréis gritando a él mismo y a vosotros. Podéis obligar con ejércitos, a todos los seres, a recitarlas de memoria, y ciertamente lograréis imponer vuestra religión más que por la fe, por la espada y la fuerza. Pero nunca podríais habitar en el corazón (anahata chakra) de los todos seres. Nunca podríais, sentir por ellos. Sólo quien siente lo que sabe, podrá saber lo que siente. No hay libro más sagrado que la Vida , ni escuela más llena de poesía que ella misma cambiando de formas; la vida, Imanya, es el encanto de las olas que te llenan de caricias, diosa del agua, señora de los delfines. La vida es Dios, Imanya, con todos los libros y sin ninguno.